La verificación del legado maya le da credibilidad a su información sobre estos tiempos
Los mayas demostraron tener credenciales más que suficientes para dar total credibilidad a su información sobre nuestros tiempos. Verificamos la exactitud de su legado científico, sus extraordinarias matemáticas, su impecable astronomía y examinamos los instrumentos increíblemente precisos –a pesar de su asombrosa sencillez– con los cuales registraron sistemáticamente los movimientos concatenados de la Tierra, el Sol, la Luna, los planetas y las constelaciones. Evidencia científica –encontrada en los hielos de la Antártida– nos permitió verificar su información sobre la existencia de un Gran Ciclo Cósmico y su relación con pulsos periódicos de energía del Centro de la Galaxia; los cuales han inducido incrementos en la irradiación solar que han ocasionado destrucciones sucesivas del orden desarrollado sobre la Tierra. Verificamos también la relación que ellos encontraron del Gran Ciclo con las constelaciones –a través de la Precesión de los Equinoccios– cuyas distintas influencias energéticas provocan los cambios de Era y estados de ser, puntos de vista, atributos y características predominantes en el hombre.
Entendimos como, gracias a las comprensiones obtenidas, diseñaron una serie de calendarios y un zodíaco con los cuales ajustaron su vida al Universo. Verificaron que la realidad tiene un orden inherente, que existe un Plan Supremo el cual genera –en sincronía con el Universo entero– una secuencia de eventos y de movimientos cíclicos de los astros para inducir cambios de estado en nuestro interior. Su propósito es potenciar la evolución de nuestra consciencia y garantizar nuestra iluminación. De las certezas que encontraron sobre la unidad y la conexión entre todo lo que existe, y las sincronicidades entre todo lo que sucede, surgió su filosofía. Su comprensión de que aún lo inaceptable es perfecto, puesto que potencia el perfeccionamiento del ser humano, porque también es necesario experimentar la desarmonía para comprender la importancia de evitar las conductas y creencias que la generan.
Ahora sabemos que todo ese conocimiento fue el fundamento de sus profecías de crisis y cambio para nuestros tiempos y de su advertencia sobre la llegada del corto período de intensa transformación que llamaron “El Tiempo del No-–Tiempo”. Período éste que podríamos identificar y precisar de varias maneras: porque tiene lugar al finalizar su Cuenta Larga; porque coincide con un tránsito de Venus frente al Sol y con un incremento súbito en su irradiación; porque simultáneamente ocurren Eventos de Destino planetario ocasionados por la naturaleza y porque muchas circunstancias confluyen para generar un cambio rápido y profundo del orden existente. Ese cambio es el resultado de una gran transformación que está ocurriendo en la consciencia de millones de seres humanos; transformación interior en cada uno de nosotros que tiene la potencia para manifestar la Nueva Era de luz que ellos anunciaron. Y, como veremos, el Universo entero está colaborando para que esto suceda.
La información está generando profundos cambios en nuestra consciencia
Tal y como ocurrió con la aparición de la imprenta –que inició una divulgación sin precedentes del conocimiento e impulsó el paso del geocentrismo (la Tierra como centro del Universo) al heliocentrismo (el Sol como centro del Universo) y generó el fin de la oscuridad de la Edad Media y la llegada del renacimiento– la internet está gestando la consolidación del banco de la memoria colectiva de la humanidad, permitiéndonos el acceso sin restricciones, libre e instantáneo, a millones de publicaciones con las investigaciones de millones de personas en todos los campos del conocimiento. Información que amplía nuestra consciencia, está pasando del dominio individual al dominio público, catalizando la transformación de millones de personas.
La información encontrada por la comunidad científica sobre el mundo subatómico, también está generando una profunda revaluación sobre cómo funciona la realidad: De una visión determinista –sin libre albedrío– en la que siempre se podían saber exactamente los efectos de toda causa, pasamos a una visión cuántica –que posibilita el libre albedrío– en la cual sólo se pueden establecer las probabilidades de lo que puede suceder; y siempre cabe la posibilidad de una sorpresa. Además, la física estaba basada en la premisa de que los fenómenos de la naturaleza y la manera cómo funciona la realidad no tenían ninguna relación o correspondencia con lo que pensaran los hombres. Eran piezas separadas e independientes; lo verdadero era objetivo, medible y sólido; lo demás era subjetivo, creencias sin importancia. Sin embargo, para sorpresa de todos, se comprobó sin lugar a dudas que la consciencia afecta la realidad y lo que sucede. Distintas maneras de pensar generan diferentes resultados, diferentes comportamientos del mundo físico. Increíblemente, la física se está viendo obligada a acercarse nuevamente a la filosofía, de la cual se separó hace cientos de años. Esto nos ha permitido confirmar que creamos nuestra propia realidad dependiendo del nivel de información y de las creencias que tengamos instaladas en la mente. Atraemos por sincronicidad a las personas y los eventos que necesitamos para aprender, y todo esto sucede para que comprendamos lo que realmente significa el Amor. Sucede para que comprendamos que, al actuar basados en sus características esenciales (la neutralidad, el respeto, la tolerancia y la flexibilidad), encontraremos la felicidad. De pensar que éramos ¨máquinas¨ perfectas, totalmente desconectados los unos de los otros, esta nueva información sobre el mundo subatómico nos ha llevado a comprender cómo la humanidad tiene una mente colectiva, resultante de la conexión –a la velocidad del pensamiento– de todas nuestras mentes individuales. Cómo se establecen las sincronicidades de aprendizaje, las conexiones mágicas y las relaciones entre unos y otros. De esta manera, la mente colectiva une a los que no tienen información con los que sí la tienen, esto permite que los primeros aprendan y mientras los segundos prueban su neutralidad y su tolerancia. Los mayas quienes sabían lo conectados y unidos que estamos, lo expresaban y lo reforzaban de manera consciente con su saludo diario: ¨Yo soy otro tu¨, y su respuesta: ¨Tu eres otro yo¨.
Toda esta información ha hecho que veamos la realidad más dúctil, más mágica… Las posibilidades de cambio son ahora insospechadas. Se está manifestando –de manera aún incipiente– una espiritualidad innovadora que sintetiza las mas altas intenciones e ideales de todas las religiones. Cada vez vemos más claro que el gran cambio interior se basa en dos premisas: La primera es, que debemos evitar los pensamientos negativos, puesto que ahora sabemos que atraemos lo que pensamos; La segunda es, que debemos dejar de ser víctimas para asumir la responsabilidad sobre lo que ocurre en nuestra vida, puesto que solo así –comprendiendo que somos nosotros quienes creamos nuestra realidad– podemos transformarla.
Las nuevas tecnologías también impulsan la transformación de la consciencia
Innovaciones tecnológicas –telescopios y satélites en órbita, viajes espaciales, escáneres, microscopios, aceleradores de partículas– han ampliado el rango de nuestra percepción hacia lo macro y hacia lo micro y, por ende, de nuestra consciencia. Las comunicaciones y el internet están borrando las fronteras entre los países; han hecho posible la interconexión instantánea, el trabajo en grupos multinacionales y la globalización que están haciendo obsoletas las nacionalidades y nos están acercando cada vez más a la aparición del hombre planetario.
La información, la tecnología y la interacción entre la gente generan profundos cambios de consciencia
La tecnología y la información están impulsando cambios sustanciales en nuestra consciencia; generando una nueva manera de pensar, nuevos valores y prioridades en conflicto con los tradicionales. Cambios que nos están forzando a tomar consciencia de que todos los sistemas que integran nuestra sociedad son tan fuertes como el más débil de sus eslabones. Esta comprensión está interconectando las responsabilidades que todos tenemos sobre el bienestar colectivo, uniéndonos y haciéndonos más coherentes e íntegros. Nuestro planeta se ha convertido en una gran aldea.
La cantidad de gente es otra de las variables que impulsan nuestro cambio interior, puesto que –aunada a la mayor libertad individual en todo el planeta– permite una mayor interacción que pone a prueba los sistemas de creencias, genera conflicto y resultados equivocados que –al buscar corregirlos– impulsan la evolución de la consciencia. La ventana de transición ya está abierta; hay muchos factores que impulsan una revaluación de lo establecido y un cambio acelerado en nuestra consciencia. Ahora, cabría preguntarnos: ¿Podemos establecer la fecha exacta del momento en que termina ese intervalo de profundo cambio? ¿Habremos alcanzado ya la masa crítica necesaria de seres humanos autotransformados para instaurar el nuevo orden que profetizaran los mayas? ¿Acaso, existe algún otro factor –no contemplado hasta ahora– que genere un cambio masivo, sin provocar situaciones de muerte y destrucción?
Experimentamos un período de cambio rápido e intenso, pero su propósito aún no se ha cumplido
Una inscripción en Tortuguero, Tabasco, señala el 13.0.0.0.0 como la fecha en que termina la Cuenta Larga. Día que también referenciaron en el calendario Tzol’Kin” como “4 Ahaw“ y en el calendario solar “Haab” como “3 K’an K’in”. Fecha ésta que, en nuestro calendario, corresponde al 21 de diciembre del 2012. La estela dice que ese día habrán de ascender al mundo del hombre –desde su hogar en el inframundo– los “B’olon Ti K’uh”, los “Nueve de Dios” (divinidades encargadas de generar los Eventos de Destino con los que el hombre aprende y evoluciona). Esto podría interpretarse de dos maneras: La primera, sería que en ese día termina “El Tiempo del No-–Tiempo” –el momento evolutivo de cambio rápido e intenso en el punto intermedio del Gran Ciclo Cósmico– y que estas divinidades ya habrían cumplido con su propósito de impulsar la evolución de la humanidad. Querría decir entonces, que ya tendrían que haber ocurrido profundos cambios en el interior de miles de millones de hombres; los suficientes para generar una transformación colectiva y un nuevo orden sobre la Tierra. Esta opción parece bastante improbable, puesto que –para generar un cambio masivo en los dos años que restan antes del 2012– tendrían que sobrevenir una cascada de situaciones tremendamente difíciles; de amenaza o de muerte a gran escala, que impulsaran un cambio en la consciencia de mucha gente. Este cambio masivo bien podría ocurrir, de aparecer “Eko Kan”, el cometa profetizado por los mayas –que la Biblia llama Ajenjo– el cual podría convertirse en un catalizador de grandes cambios, si por su tamaño y dirección amenazara con impactar la Tierra generando un pánico colectivo.
Otro Evento de Destino planetario bastante más probable, podría ser ocasionado por las decisiones equivocadas de nuestros líderes ante el problema aún no resuelto entre Israel y Palestina, que desataran una tercera guerra mundial. Problema éste, que ya generó el primer Evento de Destino planetario de nuestros tiempos con la destrucción de las torres gemelas en Nueva York. Esta probabilidad –descrita por San Juan en el Apocalipsis– involucraría al menos a Siria e Irán (Gog y Magog) que –aliados con el oso ruso (Rosh)– se enfrentarían a Israel y a los Estados Unidos, cuyas tropas ya se encuentran en Irak. Esto ciertamente podría generar los cambios profetizados, pero –por fuerza– nos llevaría a la segunda manera en que podemos interpretar el ascenso de los ¨B’olon Ti K’uh¨, la cual implicaría que “El Tiempo del No-–Tiempo” realmente no termina, sino que comienza en el 2012, puesto que una guerra como esa podría durar varios años. Sin embargo, este escenario conllevaría aceptar la destrucción de las dos terceras partes de la humanidad, como la Biblia dice habrá de suceder. Es decir, algo menos del nivel de destrucción que habría ocasionado el diluvio universal. Sin embargo, esto no corresponde a un momento como el actual, en el cual la naturaleza y el planeta potencian un salto evolutivo para la consciencia de toda la humanidad.
Estamos comenzando a experimentar cambios físicos fundamentales capaces de provocar una ampliación en el rango de nuestra percepción y del estado de ser en el que nos relacionamos los unos con los otros y con el planeta. Esto comenzará a revelar una realidad, hasta ahora no visible, lo cual puede generar un cambio muy rápido y dramático en la manera como nos relacionamos y como funciona nuestra sociedad.
Comenzamos a experimentar los efectos del aumento en la frecuencia residente del planeta
Desde 1992, viene registrándose un aumento en la actividad del Sol. Como consecuencia, el Sistema Solar ha recibido una inusual cantidad de energía que ha producido dramáticos cambios climáticos y electromagnéticos en todos los planetas. En la Tierra, este incremento de energía, además de producir un evidente cambio climático, ha mantenido sobrecargada eléctricamente la capa exterior de la atmósfera –a la que llamamos ionosfera– la cual absorbe la mayor parte de la energía ultravioleta irradiada por el Sol. Este incremento en la cantidad de energía acumulada aumentó la tensión eléctrica que normalmente ha existido entre la ionosfera y la corteza terrestre. Tensión que siempre se ha descargado a través de un flujo vertical y constante de energía, generado por miles de rayos y centellas (50 x segundo) los cuales caen a tierra a través de 1.200 tormentas eléctricas que ocurren simultáneamente alrededor del planeta. A raíz de este incremento en la irradiación solar y en la energía acumulada en la ionosfera, los rayos y las tormentas eléctricas se incrementaron a casi el doble (100 rayos x segundo y aproximadamente 2.000 tormentas eléctricas) lo cual, como veremos, está comenzando a producir importantes cambios físicos y síquicos en toda la humanidad.
Esta capa exterior esférica, ubicada a 100 km de altura alrededor del planeta, actúa como una superficie reflejante que conforma –conjuntamente con la esfera de la corteza terrestre– una cavidad cerrada que contiene a la atmósfera. La actividad eléctrica en el interior de esa cavidad –generada por la descarga continua de rayos– produce un latido regular que es como el ¨pulso¨ del planeta. Todos los seres que convivimos en esa cavidad estábamos acostumbrados a ese latido regular –que durante los últimos 2.000 años había pulsado a un ritmo constante de 8 oscilaciones por segundo– al cual se habían ajustado nuestros patrones de crecimiento y todos nuestros procesos biológicos. Esta pulsación de baja frecuencia vibratoria y muy larga longitud de onda, es la frecuencia fundamental de oscilación residente en la atmósfera terrestre que los científicos llaman frecuencia de resonancia Schumann. Es una frecuencia de resonancia por dos razones: La primera, se debe a que la forma de cavidad cerrada obliga a las ondas a adoptar una forma esférica estacionaria, que envuelve la Tierra y mantiene la posición en que oscila, de manera constante. La segunda, se debe a que las ondas esféricas estacionarias generadas, se ordenan de manera natural en una escala de frecuencias vibratorias resonantes; las cuales guardan una relación armónica entre sí, de manera semejante a las cuerdas de una guitarra. Las otras frecuencias son ¨filtradas¨ y excluidas por la forma y las dimensiones físicas de esta cavidad, lo que conforma un sistema de 7 ondas esféricas escalares resonantes. Algo similar a lo que sucede en el interior del átomo, donde los electrones se mantienen girando, sin perder su energía, al ubicarse ordenadamente en órbitas fijas a distancias armónicas y escalares del núcleo. Estas ondas estacionarias se ajustan a 7 frecuencias básicas (5, 8, 13, 21, 34, 55 y 89 oscilaciones por segundo) que guardan entre sí una relación escalar, armónica y divina, porque forman parte de la Progresión Matemática Sagrada (0,1,1,3,5,8,13, 21,34…) estudiada por Fibonacci, la cual ordena todos los ciclos y sincronías de la naturaleza y –en combinación con la Proporción Geométrica Aurea– ordena todas las formas generadas en el Universo. Quiere decir entonces, que la cavidad entre la ionosfera y la tierra, contiene 7 ondas estacionarias que oscilan a 7 frecuencias vibratorias resonantes distintas; 7 diferentes estados de Ser, uno de los cuales es el estado que mantiene habitualmente, por lo cual se le llama frecuencia de resonancia fundamental o predominante del sistema. Frecuencia que, hasta 1999, era de 8 oscilaciones por segundo.
Cavidad entre la Ionosfera y la corteza terrestre. Contiene las ondas esféricas estacionarias resonantes, ocasionadas por el flujo vertical de rayos en miles de tormentas eléctricas que suceden simultáneamente alrededor del planeta.
Las frecuencias esenciales del planeta guardan una correspondencia con nuestras ondas cerebrales
Esas 7 frecuencias estacionarias de vibración guardan una correspondencia exacta con las ondas que emite nuestro cerebro en distintos estados de ser. Millones de neuronas se unen y se comunican a través de pequeños impulsos eléctricos, generando enormes circuitos que pulsan –a frecuencias entre 0,5 y 90 oscilaciones por segundo– dependiendo del tipo de proceso que estemos realizando. Estos pulsos se conocen como ondas cerebrales y pueden ser detectados y registrados en un electroencefalograma. Como el mismo planeta, somos seres fundamentalmente electromagnéticos.
Las ondas cerebrales resuenan con las frecuencias residentes en la atmósfera del planeta
Las ondas emitidas por nuestro cerebro –como consecuencia de los estados de ser que experimentamos– y el latido regular del planeta siempre han tenido una relación y una conexión inherentes; lo cual es apenas lógico, puesto que somos hijos de la Tierra. Antes de 1992 –cuando aún no habían comenzado los cambios generados por el aumento en la irradiación solar– siempre que nuestro cerebro emitía ondas Teta, las cuales oscilan entre 4 y 8 veces por segundo, entrábamos en resonancia sagrada con la frecuencia residente de 8 pulsaciones por segundo que en ese entonces tenía la Tierra. Al oscilar ambos a la misma frecuencia, se producía una conexión planeta–cerebro, que transfería energía vital a nuestro interior e inducía bienestar, liberaba tensiones, nos sincronizaba totalmente con nuestro entorno y nos conectaba de manera no consciente con los demás seres humanos.
Estas ondas Teta sólo son producidas por nuestro cerebro cuando estamos dormidos y en sueños, con los sentidos enfocados hacia el paisaje mental interior y receptivos a información procedente del inconsciente. También irradiamos ondas Teta cuando adoptamos un estado de quietud deliberada, a través de la oración o de la profunda meditación, que generan un estado de total relajación, plenitud y armonía.
Sin embargo, a partir de 1992, la mayor irradiación del Sol aumentó la descarga de energía por rayos y tormentas eléctricas que activó un cambio en el estado fundamental de Ser del planeta.
Su latido habitual se aceleró y ha pasado de las 8 pulsaciones –que había mantenido durante los últimos 2.000 años– a las 12,8 pulsaciones por segundo que registra actualmente. Se espera que al llegar al 2013 ese latido se estabilice –por otros 2.000 años– en 13 pulsaciones por segundo, casi el doble de rápido del pulso vital al que estábamos acostumbrados. Esto quiere decir que el aumento en la frecuencia fundamental residente en la atmósfera, no es casualidad. El paso de 8 a 13 pulsaciones por segundo se ajusta a las cifras de la Progresión Matemática Sagrada y forma parte del Plan Supremo que ordena la sucesión de eventos y circunstancias que impulsan la evolución de la consciencia de toda la humanidad. Cambio que también se relaciona con el paso de la constelación del Jaguar a la del Halcón en el zodíaco maya, y de la constelación de Piscis a Acuario en el zodíaco egipcio. Este paso –que tendrá lugar en el 2013– establece los atributos y características sobre la Tierra, para los próximos 2.000 años, al cambiar el tipo y la frecuencia de la energía que recibimos de las estrellas.
Sabemos, por estudios del cerebro humano, que cada frecuencia vibratoria y cada onda cerebral corresponde a un diferente estado de Ser. Si interpretamos lo que está sucediendo con base en la ley de correspondencias que ordenan al Universo –la cual enuncia que “como es abajo es arriba”– y con la comprensión de que la Tierra es también una entidad electromagnética, un ser vivo que tiene consciencia, podemos inferir que su estado de ser está experimentando un cambio fundamental. El estado de consciencia habitual de ese enorme ser sobre el que vivimos, está cambiando. Está pasando de un estado inconsciente en el que su campo electromagnético oscilaba a 8 vibraciones por segundo, a uno consciente en el que oscila a 13 vibraciones por segundo. Pareciera que el planeta hubiera despertado y se estuviera espabilando; como si hubiera salido del estado de sueño en el que estaba y estuviera ahora consciente y alerta. Como consecuencia, el tipo de conexión que los seres humanos establecemos con el planeta tendrá que cambiar fundamentalmente.
Esto explicaría por qué, hasta 1999, solo podíamos relacionarnos con el planeta –entrar en la resonancia que amplifica nuestra energía vital– cuando estábamos dormidos y en sueños, en estado Teta, conectados al subconsciente o en profunda meditación, con la mente en blanco y con nuestros sentidos totalmente desconectados del exterior. La mayoría de la población, recibía en sueños reveladores –en los que normalmente aparecía un personaje que daba credibilidad y trascendencia al mensaje– la inspiración y la información procedentes de nuestro espíritu y del Maestro Ascendido que guía nuestra evolución. Sin embargo esto sucedía sin nuestra participación deliberada y consciente. Por otro lado, una minoría más avanzada –comprometida con un esfuerzo por autotransformarse y consciente de la importancia de incrementar el control de su mente– podía recibir esa información a través de intuiciones –encuentro súbito de verdades sin participación de la razón– después de una profunda meditación en la que llegaba voluntaria y deliberadamente al estado Teta. Unos pocos –quienes tenían el conocimiento, el entrenamiento y la disciplina– realizaban esa conexión con el planeta y con las jerarquías del universo a través de Sueños Lúcidos; en los cuales la consciencia puede crear, controlar y dirigir lo que sucede en esa realidad mágica y dúctil que depende enteramente de la mente y que opera con todas las fuerzas y posibilidades que surgen del inconsciente.
Este planteamiento también nos permite entender por qué ahora –tan cerca del 2013 y de llegar a las 13 oscilaciones por segundo– podemos establecer la misma resonancia, estando totalmente despiertos, alertas y conscientes, aunque deliberadamente tranquilos y relajados; bien sea porque acabamos de despertarnos o estamos a punto de dormirnos. Estado de ser en el cual nuestro cerebro produce ondas Alfa (entre 8 y 13 oscilaciones por segundo), en resonancia con las del planeta. Sin necesidad de grandes conocimientos, ahora podemos recibir la inspiración que buscamos, las grandes ideas y las intuiciones súbitas; con solo centrarnos y disponernos deliberadamente al examen interior, podemos llegar a momentos de alta consciencia y epifanía, en los que vemos nuestra vida con inusitada claridad, lo cual nos facilita la toma de decisiones generadoras de armonía. Está por comenzar una nueva Era con atributos y características totalmente distintas a las experimentadas durante los últimos 2.000 años. A medida que nos acerquemos al 2013, se nos hará más fácil la concentración, la visualización creativa, el uso de la imaginación verdadera, aquella que proyecta un futuro sólidamente enraizado en el presente, que no es una fantasía loca. Basta con que permanezcamos diariamente unos minutos en ese estado de Ser, para que generemos las endorfinas que fortalecen nuestro cuerpo; porque –al resonar conscientemente con el planeta– amplificamos nuestra energía vital, atraemos la sanación a nuestras vidas y retardamos nuestro envejecimiento. El Plan Supremo ha determinado que estamos listos para comenzar una nueva etapa. Esto representa un notable avance en la evolución de la consciencia de toda la humanidad. El Universo nos está facilitando la interconexión y la unidad con todo lo que existe y solo necesitamos un estado de quietud y tranquilidad deliberada para lograrlo. El gran Cambio de los Tiempos está sucediendo en nuestro interior; como siempre, impulsado por eventos y nuevas condiciones de nuestro medio, en correspondencia con el Plan Supremo que dirige nuestra evolución. Solo debemos estar dispuestos a explorar conscientemente otras realidades, a abrir nuestra mente para que podamos percibir frecuencias vibratorias más altas y sutiles, cuya percepción habrá de cambiar totalmente el orden existente.
Recuperar la capacidad de ver el Aura, un paso trascendental para toda la humanidad
Cuando éramos niños –antes de cumplir los cinco años– podíamos percibir e inclusive interactuar con una realidad que hoy no podemos ver. Las creencias falsas y las limitaciones mentales que nos implantaron para gestar el Ego –el que nos permite aprender por el “Método de prueba y error”– bloquearon esa capacidad en el 97% de los seres humanos. Hoy, sólo un 3% puede ver el Aura de las personas; la huella espiritual que revela nuestro estado interior, cómo somos y qué estamos sintiendo realmente, sin necesidad de expresarlo verbalmente. Esta capacidad, que hasta ahora estaba reservada a los más evolucionados y sensibles, tiene –a raíz de las condiciones energéticas actuales– gran probabilidad de convertirse en una facultad común en todos nosotros. Esta percepción de la realidad no visible, puede producir muy rápidamente una transformación fundamental en nuestra sociedad, sin necesidad de Eventos de Destino planetario, que generen destrucción muerte a gran escala. Hoy día, esta facultad ya se está manifestando en los llamados “Niños Cristal” y en muchas mujeres, como también –en forma aleatoria e índices aún muy bajos– en el grueso de la población. De incrementarse esta tendencia, todos los seres humanos daremos un salto evolutivo desde el nivel en el que estamos a uno más elevado, sin que esto quiera decir que –en un instante– nos vayamos a igualar todos evolutivamente, como por arte de magia.
Uno de los campos que contiene nuestra alma es el etérico. Allí se encuentra nuestro cuerpo de energía, que es el que acumula y contiene nuestra fuerza vital; la potencia vibratoria que nos permite Ser. Aquella que nos da la vitalidad para activar las sensaciones y poner en movimiento nuestro cuerpo físico, las emociones en nuestro cuerpo astral y los sentimientos y pensamientos en nuestro cuerpo mental. Es un fluido energético de partículas sutiles en movimiento constante, que vibran y oscilan en el mismo espacio en donde existe la materia de nuestro cuerpo físico –de hecho es su doble energético– pero, por vibrar más rápido (una octava más arriba), se encuentra en la cuarta dimensión y, por lo tanto, no visible para la mayoría de los seres humanos. Esta energía vital en movimiento genera alrededor de nuestro cuerpo etérico –y por ende, alrededor de nuestro cuerpo físico material– nuestro campo electromagnético. Es como un halo pulsante en todos los colores del espectro luminoso de forma oval, que se extiende unos 70 a 90 cms en todas las direcciones. Este fluido luminoso es conocido como el Aura. Se trata de un sutil halo de energía que ondula, de manera similar al aire sobre la tierra caliente en un día de verano, sobre el desierto hirviente o sobre las brasas de carbón encendido. En esa misma dimensión etérica, en el interior de nuestro cuerpo de energía y localizado sobre su columna central –en la misma posición de nuestra columna vertebral– está distribuido nuestro sistema de siete chakras, que también son visibles en el Aura. Vórtices o remolinos de energía que giran a siete distintas velocidades, por lo cual pueden transformar la frecuencia vibratoria y la longitud de onda de la energía que por ellos pasa, hacia las glándulas de nuestro sistema endocrino. Cada vórtice le suministra energía a la glándula que está conectado, en la frecuencia que necesita. Es así como éstas pueden generar las sustancias químicas, enzimas y neurotransmisores que activan o detienen los procesos que mantienen funcionando y en movimiento a nuestro cuerpo físico.
El Aura revela exteriormente nuestro carácter y el estado de ser que experimentamos
El Aura es invisible, puesto que su frecuencia vibratoria oscila una octava, más arriba y más abajo, del rango de percepción de luz visible para la media de los seres humanos, que va del color rojo al violeta. Es decir, su rango se extiende del infrarrojo al ultravioleta. Sin embargo, muchas personas la perciben con sus sentidos ordinarios y afirman que entre más intensa es la energía vital de una persona, les es más fácil percibir su Aura. La existencia del Aura está demostrada científicamente, puesto que esta sutil emanación se puede ver a través de filtros que sensibilizan el ojo a esas frecuencias, permitiéndonos percibir su energía electromagnética. El Aura también ha sido fotografiada con las llamadas cámaras Kirlian, actualmente utilizadas como instrumento para diagnosticar el estado de salud de una persona. Muchos llaman al Aura, “atmósfera síquica” porque revela nuestro estado interior, nuestro verdadero Ser, el estado de nuestra energía vital y de nuestra consciencia. Lo importante de todo esto, es que las combinaciones de colores del Aura reflejan exteriormente dos aspectos fundamentales del estado interior de todo ser humano: Lo primero que revela es el tipo de personalidad, el carácter que tiene la persona, las tendencias que manifiesta y el nivel de su consciencia. Se la ve como un halo denso y con un color muy intenso alrededor del cuerpo, que gradualmente se va haciendo cada vez más tenue, fino y transparente, hasta desaparecer en los bordes de la forma ovoide que mantiene. Estudios realizados confirman que hay una correspondencia entre esos colores y las condiciones fundamentales en las que operan nuestra identidad y nuestra mente, por lo cual quien puede verla, logra “leer” nuestro carácter. Lo segundo que el Aura revela, es el estado de Ser presente, el estado emocional y mental que se está experimentando, el cual cambia constantemente ante los eventos y situaciones que se presentan. Se le ve como una combinación de colores, manchas y pulsaciones que –por su localización sobre el cuerpo y por el color que tienen– revelan qué estamos experimentando, lo que sentimos y nuestras verdaderas intenciones. Al conocer la relación de los colores en el Aura, con las emociones, sentimientos y pensamientos, es muy fácil “leer” lo que la persona está experimentando. Por lo tanto, el Aura es la manifestación exterior, dinámica y real, de nuestra personalidad y de nuestro estado síquico.
Aunque la tendencia de manifestación de esta facultad sólo se incrementara, del 3% que hoy tiene, al 15 o al 20% de los seres humanos, tendría la capacidad de generar un cambio extraordinario, por la incertidumbre que provocaría en todos los que –teniendo algo que ocultar– sentirían su privacidad amenazada. Al no saber quién pudiera poseer esta facultad, sospecharíamos que cualquiera a nuestro alrededor, podría conocer lo que realmente sentimos y quiénes realmente somos. Esto nos forzaría a manifestar claramente nuestras intenciones, a ser honestos en nuestras actitudes y conductas. Desaparecerían el engaño, la falsedad y la mentira; las relaciones entre los hombres serían totalmente transparentes.
Llegaría la luz –como un Evento de Destino colectivo– a iluminar la oscuridad en el interior de todos los seres humanos, generando un profundo proceso de limpieza y de transformación interior. Tendría lugar un “Uayeb” a escala planetaria, un intervalo de evaluación imparcial, en el que todos asumiríamos nuestra verdadera esencia y expondríamos claramente nuestras debilidades y nuestras fortalezas. La neutralidad, el no juicio, el respeto y la incondicionalidad, todas ellas cualidades esenciales del amor, comenzarían a manifestarse en la vida de todos. La sabiduría y la integridad serían las cualidades esenciales de la autoridad, lo que cambiaría muchos gobiernos alrededor del mundo. El proceso evolutivo de la humanidad entera daría un salto de enormes proporciones. Nuestro comportamiento ante cualquier situación generaría resultados instantáneos que se reflejarían en el Aura de todos los involucrados, por lo que podríamos enmendar de inmediato los errores cometidos, antes de que éstos generaran los estados de No-Ser, sentimientos y pensamientos negativos, culpas, resentimientos, rabias, deseos de venganza, odios y miedos que hoy son tan comunes. Se acelerarían todos los procesos evolutivos, el autocontrol y la auto-observación permanente serían la norma. La clara manifestación de realidades, antes invisibles, impulsaría la revaluación y el declive del materialismo hoy dominante; de la falsa creencia que la felicidad está en el control de los demás y en la posesión de cosas materiales. Provocaría el surgimiento de una nueva espiritualidad que nos haría a todos más solidarios y unidos, dando lugar a un nuevo orden sobre el planeta, en el cual volvamos a saludarnos como los mayas: –“Yo soy otro tú…” (y la respuesta) – “Tú eres otro yo”.
La manera como pensemos que va a ser 2012 y la llegada del Equinoccio de Primavera del 2013 –cuando tradicionalmente comenzaba el período de evaluación e introspección que daba lugar a un nuevo período– determinará qué será lo que realmente va a suceder. Son nuestros pensamientos colectivos los que transforman el futuro en presente y ya es hora de que abandonemos esas visiones destructivas y oscuras; porque la luz siempre ha estado con nosotros, es nuestro pesimismo y nuestro materialismo lo que la estaba bloqueando. Todo lo que sucede es perfecto. Vivimos tiempos maravillosos en los que la energía, la información, la tecnología y la alta consciencia se conjugan para generar los grandes cambios de pensamiento que habrán de conducirnos a una época dorada. El verdadero cambio de los tiempos tiene lugar en nuestro interior.