Todo lo que existe aquí y ahora, cambia, nada permanece constante.
Todo lo que cambia es temporal y transitorio, finito y limitado.
Todo lo que cambia está contenido y es parte del Unico Ser que existe, que es eterno e infinito.
Todo lo que cambia es la manifestación dinámica de estados temporales de ser que adopta en su interior, el Unico Ser.
Es su potencialidad infinita e inagotable la que crea -instante tras instante en un presente que nunca termina- la infinita diversidad.
Observar esa diversidad infinita en eterno cambio le produce al Unico Ser, comprensiones sobre si mismo. Comprensiones sobre su esencia de amor, bondad, belleza y orden, sobre el propósito y la razón de su eterna existencia.
Su parte cambiante además lo mantiene vivo y activo, evita que se rigidice, se cristalice y muera. Esa experiencia dinámica también lo divierte y le permite gozar de si mismo, del gozo de Ser y de observarse siendo.
Es entonces infinito y eterno además de contener una parte limitada y temporal en eterna transformación.
Su parte infinita y eterna permanece absorta en su propia perfección, en eterno éxtasis espiritual, vacía de conceptos y formas, en el gozo de ser homogéneo. Permanece en absoluta quietud porque al vibrar a infinita velocidad, permanece totalmente inmóvil e imperceptible en cada punto del espacio infinito, lo que le permite estar en todas partes simultáneamente.
Su parte heterogénea en cambio constante permanece alerta, consciente y totalmente despierta, experimentando con sus propios estados limitados, temporales y polares de ser. La experiencia con lo imperfecto, lo polar, lo temporal y lo falso que siempre le produce sufrimiento, le permite ir encontrando comprensiones sobre lo perfecto, lo verdadero, lo que siempre le produce armonía, felicidad y gozo de ser. Ese discernimiento entre lo que produce caos conflicto, sufrimiento y lo que produce armonía, paz, felicidad, impulsa su parte imperfecta a perfeccionarse. Va acumulando virtudes, dones y habilidades que le permiten mantener la armonía y la felicidad, cambia cualitativamente hasta que ya perfecto, regresa a disolverse en el ser absorto.
El Unico Ser está vivo, respira.
Al exhalar emana conciencias inocentes -vacías de información- hacia la realidad temporal, limitada y polar que llamamos el universo, a experimentar con la diversidad de estados de ser que conforman la realidad física y metafísica. Las emana con una misión: que a través de la experiencia y la interacción con lo limitado encuentren sabiduría, certeza y discernimiento sobre la esencia, el propósito, las capacidades y las cualidades inherentes de si mismo.
Al inhalar, absorbe las que ya han cumplido su misión, las que le traen la sabiduría que han sintetizado a través de su experiencia.
La parte que cambia del Unico Ser, la realidad en la que existimos y la que nos da existencia, es un entramado, un tejido de conciencia en cambio dinámico sostenido en perfecta armonía gracias al Amor, que es el “pegante” que une todos esos estados presentes de Ser. El Amor es esencialmente neutralidad, que permite unir armónicamente lo opuesto, aún lo paradójico, lo que tendería a auto-destruirse sin su presencia neutralizante.
El Amor es consciencia divina que le da coherencia y unidad absoluta a la realidad en todas sus expresiones, reinos, dimensiones y posibilidades. Conciencia interconectada en distintos grados de perfeccionamiento interactuando y experimentando en el eterno presente para comprender lo que es el Amor.
El Amor es lo que permite la coexistencia de lo paradójico, lo eterno y lo temporal, lo infinito y lo limitado, lo polar y lo neutro, los ángeles y los demonios, la guerra y la paz, el sufrimiento y la felicidad. Todo eso y mucho más forma parte del Unico Ser que ama todo lo que cambia sin importar su naturaleza temporal, porque sabe que está aprendiendo sobre el amor, lo que lo llevará irremediablemente a la sabiduría, a la verdad y a la perfección.