Acompáñame en esta experiencia de 13 días por Japón para recorrer -en meditación contemplativa y en total presente- sus antiquísimos templos y los jardines que desde hace más de mil años han sido la expresión del contacto de su raza con lo Divino y con la armonía que es central a su cultura. En Asia, Japón es la tierra por donde sale el sol, de los Samuraí, los Shogun y el Zen.
Experimentarás un país extraordinario, increíblemente limpio, muy avanzado tecnológicamente, es el país del honor, el orden, la belleza, el respeto por los demás, el trabajo colectivo para lograr la felicidad y la veneración por los ancestros. Esto lo convierte en un Destino Sagrado.
Todo lo que vas a ver -y no importa hacia donde mires- refleja la armonía, la belleza y el orden, aceptado y respetado por su cultura. Demostrado -a nivel colectivo- en sus excepcionales jardines y en sus parques públicos. A nivel individual en el ïkebana¨ de sus arreglos florales, en su honorable apariencia personal y en su servicio de ¨guante blanco¨. Sus templos construidos totalmente en madera, con altísimas columnas y bellísimos tejados, fueron diseñados igual que los jardines que los rodean, visitarlos en contemplación meditativa por su excepcional belleza.
Su cultura no sólo refleja una profunda conexión y un gran respeto por su pasado, sino que ha logrado desarrollar un país ultra moderno. La extrema tecnología se siente en todas partes, escaleras eléctricas, ascensores públicos, altísimos rascacielos, metros tan eficientes que son capaces de descongestionar una ciudad de 37 millones de habitantes como Tokyo.
Los japoneses incorporan las características de muchas religiones en su vida cotidiana, lo que se conoce como sincretismo. Por eso celebran las fiestas del budismo, el cristianismo y de la religión shinto, que es nativa y exclusiva de Japón. Existía antes de la llegada del budismo y es la fuente de su mitología y de la creencia que todo elemento de la naturaleza, montañas, ríos, el cielo, la tierra, determinados lugares, rocas, plantas, animales, árboles, etc. están dotados de alma o consciencia propia, lo que la convierte en una religión politeísta. Todo está vivo, es consciente y tiene un alma dotada de razón, inteligencia y voluntad. El Sintoísmo no posee ningún canon, profeta o libro sagrado y no busca acrecentar el número de sus fieles.
El budismo Mahayana llegó al país proveniente de China y Corea en el siglo VII. Una filosofía que prohibía el conflicto y la guerra, fue modificada por los extremos códigos de honor e incluso de suicidio, de los Guerreros Samurai dando lugar al budismo zen. Un budismo que está profundamente compenetrado con el sintoísmo original de esa tierra.
Un viaje extraordinario que amplía nuestra consciencia, que nos permite ser testigos de una manera muy distinta de ver la vida y sobre todo de disfrutar de una belleza incomparable.