La mayoría reza para pedir, suplica a la divinidad que le conceda sus deseos. La oración se vuelve un medio para obtener, se transforma en un hechizo o en un conjuro para conseguir ¨el pan de cada día¨…
Lo importante es lo que se pretende lograr, no el contacto con la divinidad, por eso se puede hacer en cualquier estado de ser, mecánicamente inclusive. Muchas veces se convierte en un negocio, dame esto y yo a cambio…
Pocos rezan para agradecer, para reconocer lo recibido en incontables vidas, para dar gracias por la conciencia que te permite darte cuenta que existes, y que vives en una realidad maravillosa, extraordinariamente diversa, sorpresiva, colorida, en todos los lugares única y original, un orden perfecto enteramente a tu disposición.
Por supuesto cuando el objeto de deseo no se manifiesta, se abandona la oración e inclusive puede manifestarse una ligera rabia o un rencor hacia Dios por su falta de reconocimiento a lo bueno que eres. El que rezó fue tu Ego que buscaba un premio por una de sus múltiples mascaras…
Cuando eres verdaderamente tu el que reza, lo haces con todo tu ser, en señal de insondable gratitud por lo que eres y por lo que te rodea, en un momento de extraordinario amor y de conexión con la divinidad, que te inunda de un gozo extraordinario que casi te impide respirar.
Cuando oras para pedir objetos, personas o eventos, estableces una relación falsa con lo divino y lo falso solo puede traer consigo, desilusión, frustración, pérdida de energía vital y depresión.
Reza con entrega total, con devoción absoluta, haz que la oración sea tu estado de ser, con profunda humildad une tu mente a tu corazón como una ofrenda…
Publicadas por Fernando Malkún