Comenzando el proceso evolutivo de tu consciencia reencarnaste muchas veces en diferentes épocas y en distintos lugares alrededor del planeta. En esas primeras vidas -por falta de información, por tu animalidad original y porque aún no habías cometido muchos errores, que son los que enseñan- te comportaste como un ser “malo”, sin sentimientos, un egoísta que reaccionaba instintivamente -prácticamente un animal- ante todo lo que sucedía. Solo te importaba obtener tu propia satisfacción y no te importaban para nada los demás.
Tus relaciones eran un desastre porque tu ignorancia te inducía a tomar decisiones equivocadas y tu conducta era muy agresiva. Luego de muchas vidas los resultados de sufrimiento que cosechabas y tu anhelo de ser feliz te fueron induciendo a controlar tu agresividad. Lograste comprender que tu propia seguridad dependía de la manera como tratabas a los demás, que tu felicidad dependía de lo que sintieran por ti y que no tenias éxito comportándote como un desalmado, porque a las malas no lograbas que te ayudaran a hacer lo que te proponías. Paradójicamente fue tu egoísmo el que te impulsó a transformarte, logró que tu alma desarrollara sentimientos y que creciera en ti un interés por el bienestar y la seguridad de los que te rodeaban.
Trascendiste la costumbre de poseer tu pareja a la fuerza -impulsado por tus instintos animales- y aprendiste a ser delicado con ella, a quererla. Fueron esos sentimientos positivos y los resultados de armonía que producían en tu vida, los que te guiaron a esta segunda etapa en el desarrollo de tu consciencia. Te tomó muchas vidas llegar al otro extremo del péndulo. De ser “malo” pasaste a ser “bueno”; De no tener sentimientos pasaste a tener exceso de sentimientos; de no importarte los demás pasaste a que solo te importaran ellos, al extremo de olvidarte de ti mismo, de sacrificar tus intereses y tu vida por la de ellos…
Aceptaste la falsa creencia que lo correcto es sacrificar tu felicidad por la de los demás, para obtenerla como una recompensa futura en el “cielo”. Aceptaste que ser “bueno” es lo ideal, te convenciste que tu sufrimiento es el castigo divino que mereces por actuar como egoísta buscando tu felicidad. Hasta ahora comienzas a darte cuenta que tu sufrimiento es el resultado de tus falsas creencias, de tus conductas acidas, auto destructivas, de tu ignorancia y de tus limitaciones mentales.
Tu vida la gobiernan tus sentimientos, siempre que surgen se apoderan de tu mente, y desde allí determinan tus decisiones, tus acciones y tus omisiones. Crees que actuar desde el corazón, es vivir con la sensibilidad a flor de piel, siempre preocupado por el sufrimiento de los demás, buscando la manera de evitar que sufran, asumiendo la responsabilidad por sus errores. El ojo de tu mente permanece orientado hacia el exterior, no se dirige nunca hacia tu interior, por eso jamás examinas los resultados que obtienes al actuar de esa manera, eso te impide extraer sabiduría de los errores que cometes, obtener certezas sobre como decidir y actuar para generar siempre armonía. Ignoras que uno de los propósitos fundamentales de la vida es que despiertes la ¨inteligencia de tu corazón¨, que para lograrlo necesitas crear un equilibrio perfecto entre el sentir y el saber. Si solo te dedicas a sentir te olvidas de analizar y reflexionar sobre los resultados que obtuviste -de sufrimiento o de armonía- con tus actos y no extraes ninguna sabiduría de tus experiencias.
Además, esa actitud de ¨bueno¨ te lleva interferir -e incluso impedir- los procesos de aprendizaje de los que más necesitan evolucionar. Debido a una compasión mal entendida, te haces responsable de los errores que cometen para evitar que sufran y que experimenten las consecuencias de sus creaciones, única manera en que se dan cuenta que se equivocaron. Al librarlos de su responsabilidad, impides que reflexionen, que puedan devolver la película de su vida y localizar en su mente la ignorancia, la conducta auto destructiva o la limitación que necesitan trascender. Al eludir gracias a ti, la responsabilidad que tienen sobre sus creaciones, no conectan los efectos equivocados en su vida con las causas en su mente, lo que les impide aprender a generar felicidad, abundancia, salud y buena compañía.
Activar la inteligencia de tu corazón es emplear simultáneamente tu sensibilidad y tu discernimiento para ser verdaderamente compasivo, para permitir que la vida le enseñe a cada quien a recoger la cosecha que sembró. Solo así toman consciencia del esfuerzo y de la voluntad que se necesita para obtenerla y se evita que se conviertan en mendigos y mantenidos. Eso no significa que vuelvas a convertirte en el desalmado que fuiste en tu primera etapa evolutiva, solo que cuando sientas el deseo de ayudar sepas como hacerlo.
En esta segunda etapa aún te falta experimentar los resultados que producen tus decisiones en realidades muy distintas, con personalidades incluso contradictorias y con puntos de vista totalmente diferentes, resultado de nacer en en múltiples lugares, en sociedades que tienen culturas y religiones diversas. Eso es lo que te permite ir comprendiendo -vida tras vida- como funciona la realidad. Siendo rico, pobre, hombre, mujer, teniendo un cuerpo sano y otro defectuoso de nacimiento. Es tu experimentación de esa diversidad y el análisis de los resultados que generan tus decisiones y acciones, lo que te permite ir acumulando comprensiones sobre la verdadera naturaleza del amor. Solo así puedes desarrollar los dones y las conductas verdaderas con las que logras mantener un estado de paz permanente.
En esta etapa de ¨bueno¨ tu mente es controlada por tus sentimientos. Lo complicado es que estos tienen polaridad, fluctúan entre ser positivos o negativos, dependiendo de lo que suceda a tu alrededor. Hoy puedes querer a una persona y mañana -por cualquier actitud suya que interpretes mal o por un error que cometa debido a la ignorancia que aún no ha trascendido- puedes odiarla profundamente. Esa polaridad circunstancial hace que tus relaciones permanezcan expuestas a reacciones emocionales que generan conflicto y las arruinan para siempre, lo que destruye tu energía vital y te sumerge en la depresión.
Además en esta etapa aún tienes muchas falsas creencias que inducen sentimientos negativos y te dan una visión fundamentalista, distorsionada de la realidad. Esto te impulsa a ser un juez implacable de las acciones de los demás y a declararlos culpables de actuar en contra de tus principios morales. Crees que Dios tiene conductas “ideales” y que quien se aparte de ellas merece el oprobio, el señalamiento colectivo y el exilio…
No entiendes que es la esencia de su amor -la neutralidad- la que fundamenta tu libre albedrío y la que le permite a una eterna sucesión de seres humanos, adoptar una diversidad infinita de personalidades; Que es su respeto por ese libre albedrío el que te permite ser responsable de tus errores y aciertos; Que es su tolerancia la que te faculta para escoger el camino de errores que te lleva a liberarte de tus ignorancias y que es su incondicionalidad, el amor eterno que te profesa, sin ninguna condición, sin esperar nada cambio y sin que jamas se ofenda por cualquier cosa que pienses o hagas, el que te garantiza a ti y a todos sin excepciones, alcanzar la iluminación. Por eso no te enjuicia ni te castiga, sabe que tu ignorancia es temporal…
Es la neutralidad de su amor, la que le impide tener conductas “ideales” y le permite a todo ser humano manifestar una esencia única, original, decidir su propio camino evolutivo y obtener comprensiones que solo el en todo el universo puede alcanzar. Gracias a ella existe la Uni-Diversidad…
Publicadas por Fernando Malkún