Por fin dispongo del tiempo para escribir las conclusiones, resultados y verificaciones de la experiencia vivida por un grupo de 9 personas durante 12 días en oscuridad absoluta. El objetivo era romper el ritmo circadiano, la ininterrumpida secuencia de día y noche de la vida normal. Buscábamos así alterar el funcionamiento de la glándula pineal, la encargada de percibir el flujo de frecuencias electromagnéticas en el medio ambiente alrededor del cuerpo, para ajustar los procesos metabólicos del organismo a tiempos de actividad y descanso esencialmente determinados por la luz del sol. Lo que nos interesaba era detener la secreción de Monoamina Oxidasa-MAO, que ocurre tan pronto sus sensores detectan la presencia de luz visible. La oscuridad permanente inhibe su producción, lo que permite que la Serotonina y la Melatonina en el cerebro puedan transformarse en Dimetiltriptamina-DMT, una sustancia psicoactiva muy poderosa que produce un incremento en el rango de percepción de los sentidos, induce sueños lúcidos, activa la realización de viajes astrales y de profundas meditaciones trascendentales. El DMT es producido naturalmente por el organismo en el momento del nacimiento y de la muerte, para facilitar con su poderosa energía que la mente -un componente esencial del alma-, pueda entrar o salir de su vehículo físico para dirigirse a otras realidades paralelas más sutiles y no limitadas por la materia o el tiempo.
El retiro en oscuridad requiere tener la mente abierta, dispuesta a trascender viejos paradigmas, ser curioso y escéptico, porque solo esta actitud permite verificar creencias y conocimientos, convertirlos en comprensiones a través de la experiencia. El estudio de la consciencia además es totalmente personal, es una exploración del espacio interior y esto solo puede darse por experiencia propia directa y en mi manera de verlo, desde una perspectiva científica.
La idea era vivir experiencias que se salen de lo normal, lo físico, objetivo y material para entrar en el campo de lo paranormal, metafísico, subjetivo, mental, significativo, cosmológico y espiritual. Me interesa la información, las experiencias y las comprensiones que permitan develar que soy, como es la realidad en la que existo, como puedo alterarla desde lo subjetivo y lo espiritual, cual es el propósito de mi consciencia, para que y porqué encarné utilizando esta personalidad en este lugar del universo.
Sobretodo me interesaba comprobar como las intenciones se realizan, una de ellas es experimentar un viaje astral consciente, que mi mente aprendiera a salir de mi cuerpo permitiéndome visitar y conocer lugares remotos donde existen seres más evolucionados, maestros ascendidos y seres de luz de los que podría derivar información como la que encontró -en esos sitios- mi Maestro Gerardo Schmedling. Experiencias y nueva información que permitirían a mi consciencia evolucionar, perfeccionarse. Bajo esas premisas comencé ese viaje al interior de mi mismo. El universo dispuso por sincronicidad que aparecieran los guías para esta experiencia provenientes de Alemania e India, así como los compañeros dispuestos a enfrentar y trascender sus miedos, que me ayudarían a realizarla.
Todos estábamos dispuestos a vencer las resistencias establecidas por el ego, las creencias que impulsaron a reprimir y a sepultar en un lugar donde no pudieran ser percibidas, todo lo que no se ajustara al propio modelo de como es la realidad y de como debe ser la vida en ella. Nos comprometimos a no interrumpir por 12 días la oscuridad absoluta, sin importar si percibíamos ruidos raros, movimientos extraños o sombras desconocidas más oscuras que la oscuridad misma. Era un reto que deseábamos superar a pesar que varios llegaron preguntándose si lo lograrían.
Los dos primeros días en la oscuridad lo que causaron fue mucha risa, una risa nerviosa que explotaba en carcajadas por cualquier tontería para liberar la tensión que la oscuridad había creado en todos nosotros. La primera comida sin ver lo que ingeríamos fue toda una experiencia: a tientas localizamos todo lo que estaba frente a nosotros sobre la mesa. Los cubiertos, el vaso con un jugo, el plato con la comida a la que le metíamos un dedo para probar de que se trataba, el tazón pequeño con el delicioso postre. Hacíamos un mapa mental de su disposición en la nada, para luego probar lo que había, siempre teniendo cuidado de empujar la comida hacia el centro del plato, para que no se derramara sobre la mesa. En la oscuridad el sentido del gusto adquiere una dimensión y una importancia distinta, le permite a la mente determinar que ingiere, algo que por costumbre realiza el sentido de la vista, cuya ausencia le permitió a algunos disfrutar sin los impedimentos de sus falsas creencias, de alimentos que antes nunca hubieran probado. Los comentarios jocosos sobre como sabían las distintas cosas que probábamos y la sensación totalmente nueva de hacerlo sin un sentido fundamental totalmente focalizados en lo que experimentábamos.
El primer baño en total oscuridad también fue una experiencia inolvidable, una extraña intimidad en la que no se ve el cuerpo en una actividad orientada precisamente en el, pero solo se define en la mente gracias a la sensación del agua caliente como una segunda piel que produce una gran caricia. La atención que se le da al presente se intensificó extraordinariamente porque de ello dependía la propia seguridad. Tenías que poner atención al lugar en que colocas las diferentes prendas de ropa que te quitas y las que traes para ponerte nuevamente después del baño. El cepillo de dientes, la pasta dentífrica, el desodorante, la toalla, sus posiciones espaciales son fijadas por el tacto, el mismo baño se construye en la mente tocando sus paredes, sientes que no hay nada a tu alrededor pero cuando extiendes la manos tus dedos tocan los limites del espacio en el que te encuentras. No se puede ser desordenado en la oscuridad, como ejercicio para tomar consciencia fue maravilloso para varios de mis compañeros. Descubres que todo está en la mente, que todo cambia cuando cambia la manera como lo percibes, que todo es relativo y subjetivo. Creemos que todos vivimos en la misma realidad, pero cada uno la percibe de manera distinta y la experimenta de manera distinta, es verdaderamente la torre de Babel, lo que tenemos en común es la torre que compartimos, que también cambia por la acción colectiva con el tiempo.
Al tercer día algunos comienzan a ver luces y destellos azules que sorprenden por su intensidad. Al cruzar los vanos de las puertas saliendo de los cuartos hacia el corredor este parecía iluminado por una luz de luna que permitía intuir las formas del espacio y la silueta de alguno de nuestros compañeros que por allí pasaba. De hecho para varios la presencia permanente de una luz azulada como de luna, permaneció arriba a la derecha en el borde del ángulo de percepción del sentido de la vista, en el lugar donde sucede la percepción periférica. Era como si hubiera una ventana inexistente y mágica que uno percibía por el rabillo del ojo aún con los ojos cerrados.
La oscuridad permite entrar al inconsciente, un lugar misterioso, desconocido y normalmente inaccesible para la consciencia, donde permanece oculto lo inaceptable. Es el lugar de los sueños, los deseos, las vivencias traumáticas, las ideas, pensamientos, motivaciones y conceptos perturbadores reprimidos por ser incompatibles con el modelo de la realidad personal y de sus creencias. Allí se encuentra lo que reprimimos, lo que el sistema de creencias rechaza o considera moralmente inaceptable. Rasgos y actitudes que el Yo no quiere reconocer como propios por ser incompatibles con su sistema de creencias, dogmas y prejuicios. Contenidos rechazados que no desaparecen, sino que al contrario van adquiriendo poder y se convierten en poderosas fuerzas ocultas opuestas al Yo, que se manifiestan explosivamente cuando la debilidad de este les da la oportunidad de desbordarse. El consciente y el inconsciente no tienen límites fijos definidos y polares, tan fundamentalistas como lo blanco y lo negro. En la oscuridad encontré que sus limites son dinámicos que se mueven transformandose uno en el otro con tremenda facilidad. Encontré luego un texto de Osho que reafirma mi impresión, en el que compara la consciencia a la pupila de un ojo, en este caso el ojo interior del alma, que se abre y se expande cuando no hay luz y se encoge cerrándose cuando esta aparece.
Rodearse del arquetipo femenino, rodearse de oscuridad, hace que surjan recuerdos de la infancia, es como si el inconsciente fuera una cajita mágica donde guardamos tesoros olvidados, sensaciones e imagenes de otras épocas que la oscuridad recaba a la mente. Surgen claros recuerdos del comienzo de nuestra vida, sensaciones en el vientre de nuestra madre, de eventos y situaciones de nuestra tierna infancia. Se facilita recordar y evaluar la cadena de relaciones importantes que se han sucedido en la vida, surgen momentos olvidados con distintas personas. En algunos surgen incluso recuerdos de otras vidas, uno de nuestros compañeros sintió que sus ojos bizcaban y que su rostro era el de un sacerdote Maya de otros tiempos. Ya no dudábamos de nada, cualquier cosa era aceptada por nuestra mente como posible. La oscuridad forza un proceso de interiorización, no hay nada afuera que llame la atención que distraiga, no hay ruidos solo el ritmo cardíaco del Om permanente producido por una caja que trajo Bharati de India, que desde la sala de estar tranquilizaba la mente.
Los sueños lúcidos se volvieron habituales, todos tomábamos nuestro turno para contarlos durante el desayuno, eran tremendamente simbólicos y disfrutábamos ayudando a decodificarlos entre todos. Algunos nos indujeron a realizar un circulo de amor alrededor de quienes necesitaban ayuda para sanar, nos impulsaban a ver las inseguridades y los deseos truncados que revelaban. Aprendimos a verlos como oportunidades para corregir desaciertos en nuestras vidas. Los procesos que originaron fueron muy sanadores. Sueños lúcidos en los que se presenciaba la muerte de un ser querido, otros en los que una abuela ya muerta dirigía la preparación de una comida para una fiesta, además lavaba el piso y los zapatos de los invitados que llegaban con una capa de lodo bajo la suela con una manguera, para que entrarán a la casa sin ensuciar la comida servida.
Yo tuve un sueño que me pareció muy significativo. Soñé que todos los 9 miembros del grupo estábamos encadenados los unos a los otros conformando un circulo cerrado. Las cadenas que salían de cada brazo nos forzaban a estar juntos y dependientes a los unos de los otros, nos forzaban a permanecer unidos. Nos encontrábamos dentro del agua en un mar cristalino que nos llegaba más arriba de la cintura, cercanos a la playa de arena blanca que se veía en una dirección. En la dirección opuesta se veía el inmenso mar y las aguas que se oscurecían tornándose de un azul intenso, las oscuras aguas del inconsciente. Todos nos sumergíamos por turnos explorando el fondo de arena blanca que se veía clarísimo donde estábamos, yo hice lo mismo y encontré una cadenita de oro como para ponerse en la muñeca, la tomé entre mis dedos y de pronto frente a mis ojos apareció uno de esos peces de acuario, planos y grandes que tienen rayas verticales blancas y negras. El pez muere súbitamente y su cuerpo queda horizontal en el fondo del mar. Interpreté que comenzábamos a sumergirnos en el inconsciente, que por encontrarnos cerca a su orilla con el consciente, podíamos ver con claridad el fondo y encontrar tesoros sumergidos, que allí la polaridad -que llevaba el pez sobre su cuerpo- deja de existir, porque realmente todo es neutro.
Continuará…