Fernando Malkún o la cámara inteligente a la búsqueda de excelsos pasados
Tras sus ojos vienen decenas de millones de ojos. Por eso apunta bien. Ha aprendido dónde detenerse y dónde cerrar los párpados de acero. Gracias a su paciente, consciente y documentado trabajo, los latinos se desayunan con los mayas, los egipcios, los atlantes…
No se concede ningún mérito. Goza con sus documentales de audiencia multitudinaria y para colmo se siente un instrumento de lo Alto.
El apartamento de Fernando Malkún está situado en un alto desde el cuál se divisa la vasta urbe de Bogotá. La iluminaria que palpita a los pies del edificio pone fondo de ensueño a los apasionantes relatos de nuestro interlocutor. Sólo con el “stop” de la grabadora nos terminaremos de ubicar, ya bien entrada la noche, en esa privilegiada atalaya.
Crepita el fuego de la chimenea en medio de un Noviembre de tempranas lluvias, a la par que arranca la historia de un hombre feliz, gozo no exento de renuncias y apuestas valientes. Fernando desborda entusiasmo por lo que hace. Su fuerte constitución le permite el derroche de energía que imprime a cada una de sus palabras.
Arranca arrojando su reflexión sobre el momento presente. Siente que el ser humano ha tardado mucho tiempo en poder echar una certera mirada sobre el pasado elevado de sus antiguas civilizaciones. Él ha facilitado esa multitudinaria mirada y ello le colma. Sabe que cuenta con poderosos medios, que por los ojos de su cámara observan después millones de seres humanos. Semejante responsabilidad y disfrute le empuja a dar diarias e infinitas gracias al Cielo.
Todo comenzó en la nochevieja del año 1989. Él era entonces el director de una productora publicitaria que grababa un “spot” de la firma Coca-Cola en unos céntricos jardines de la ciudad de Bogotá. Sonaron las doce campanadas del comienzo del nuevo año y este sonido golpeó como gran aldabonazo en la conciencia de nuestro hombre. “¿Qué estoy haciendo yo aquí? ¿Qué estoy haciendo con mi vida?”
Su pasado filmando lo caduco y efímero se desmoronaba al ritmo de las potentes campanadas. Tras un período de reflexión, las cámaras de Fernando comenzarían a enfocar a unos muy diferentes objetivos. Se predisponía a dar el gran salto del mundo seguro y conocido de la producción publicitaria al ignoto y pionero de producción para la expansión de la conciencia. Sus cámaras no buscarían ya más lo perecedero por más luces de neón que lo alumbrarán, sino enseñanzas y valores eternos sostenidos por el testimonio dejado por antiguas civilizaciones.
El universo necesita pasar información
Todo su buen hacer y experiencia se volcó sobre unos trabajos que penetrarían en millones de hogares de Sudamérica. Para entonces contaba ya con el enorme apoyo de su compañera profesional y sentimental, Josefina Murillo, su “cerebro derecho”.
Las tres series de programas, “Los dueños del tiempo” (sobre las profecías mayas), “La conexión atlante” y “El ojo de Horus” (sobre el antiguo Egipto), difundidas por canal “Infinito” en todo América, fueron de un éxito multitudinario. Al día de hoy, a los años del primer estreno, no paran de recibir llamadas y “mails” de apoyo a la labor que vienen realizando al promover una nueva forma de observar ese misterioso pasado.
El trabajo de Malkún ha estado en todo momento presidido por el interés de releer estas culturas, que él entiende han sido interpretadas de una forma muy académica. En su opinión todos estos pueblos tenían muy claro el propósito de la vida sobre la tierra, ya que estaban precisamente muy cerca de los “sembradores de las civilizaciones” y de la información que manejaban.
Nuestros anfitriones son pioneros en la transmisión masiva de ese conocimiento hasta hace bien poco hermético. A golpe de cámara han ido derribando los diques que retenían esa enseñanza. Sienten que el universo está poniendo en sus manos una información preciosa. Así nos lo confiesa un Fernando acalorado: “El conocimiento que nosotros encontramos sin mayor esfuerzo, en el pasado suponía vidas enteras de búsqueda y de sacrificio. El Universo necesita pasar a la gente información, porque estamos a final de ciclo. Es preciso que la información sobre la evolución de la conciencia se multiplique en el planeta tierra, ya que estamos concluyendo una era. Por ello hemos llegado nosotros y otros a la televisión que es un medio muy poderoso e inmediatista”.
En efecto, con los programas que producen están llegando a una media de 150 millones de personas. Por poner un ejemplo, los documentales de “El ojo de Horus” constituyen una mini serie con diez capítulos de una hora que se han repetido catorce veces, dado el gran interés de los espectadores. Se han visto desde Patagonia a los EEUU con enorme impacto.
Son conscientes de que todo ello encarna una enorme responsabilidad. “Hemos sido guiados en ese propósito, enfatiza Fernando. Tenemos unas fuerzas que nos están ayudando. Cuando necesitamos una determinada información es absolutamente increíble ver como nos llega. Se da la circunstancia de libros que obtenemos sin razón aparente por remotos canales, textos en los que aparece precisamente lo que andábamos buscando”.
Arranque con los mayas
El investigador y documentalista nos presenta seguidamente su visión de la evolución humana y sus diferentes niveles: “Las personas que están en el límite del nivel tres de conciencia, en condiciones para pasar al cuatro, necesitan información rápida, eficiente y concisa para poder experimentar ese salto de conciencia. Ahí es donde vemos que tenemos nosotros un cometido. Proporcionamos esa información sirviéndonos de ejemplos. Hemos escogido las culturas antiguas porque sentimos que constituían precisamente los mejores testimonios”.
En su discurso Fernando insiste en la necesidad de proporcionar al hombre otra mirada sobre el pasado y el futuro: “Estamos como civilización en un momento muy trascendental, donde los valores se han diluido por la visión de preponderante de Occidente. La materia y el cuerpo han cobrado más importancia que el espíritu y la mente. Por eso proporcionamos información que permita ver el universo de una manera distinta. Se trata de información muy sencilla y muy didáctica que posibilita al humano situarse con relación al universo de otra manera”.
Josefina es la parte intuitiva y Fernando la parte racional, por lo que alcanzan un equilibrio perfecto. Ella tiene la capacidad de encontrar a la persona “que va a abrir cantidad de puertas en un momento dado, o que va trasmitir un conocimiento, que va a producir un momento de sincronía con el universo”. El papel de Fernando es más pragmático, científico, racional. Gusta de encontrar respuestas lógicas a todo: “Yo encontré a Dios tras una exigente investigación sobre el universo. Es así como di con respuestas ciertas y serias. No estoy creyendo en Dios, yo sé que Dios existe”.
Josefina le ha enseñado a su compañero a prescindir, en un momento determinado, del pensamiento para que pueda de esa forma “bajar” una valiosa intuición. Su hombre racional ha aprendido que no todo es lógico y coherente, sabe también volverse intuitivo cuando es preciso: “Somos ahora muy lado izquierdo del cerebro . En el momento en que fuimos mayas y egipcios fuimos muy lado derecho. El universo nos está dando la oportunidad de aprender a buscar el camino de salida de esta dualidad y encontrar el equilibrio, ni lo blanco ni lo negro. Se trata de hallar consenso, paz, armonía. Sólo conseguimos ese punto de salida cuando nos serenamos. Eso es difícil para mentes tan inquietas como la mía, pero a veces incluso lo logro”.
Arrancaron como productores de televisión, orientados a temas que tienen que ver con la evolución de la conciencia y misterios no resueltos del pasado, concretamente con la serie sobre las profecías mayas: “Estuvimos en 1999 en el solsticio de verano en Cichen-itza, en un concilio de chamanes mayas y de ahí surgió toda la serie de documentales sobre las profecías mayas. Ha habido mucho contacto con maestros que en momentos precisos nos han trasmitido un conocimiento también muy preciso”.
Las claves del politeísmo egipcio
Su nueva y a menudo sorprendente lectura del pasado ha sido posible gracias a la información científica y espiritual que han obtenido. En lo referente a los antiguos egipcios, su aportación más innovadora tiene que ver sobre todo con la decodificación de muros y papiros. La nueva información, como gusta de llamar Fernando, que han recibido les está sirviendo para descifrar ahora las claves de su politeísmo. Así nos explica que los egipcios al adorar y estudiar profundamente los animales, buscaban conocer su esencia, sus características fundamentales, la conducta que los diferencia de otros animales. Pretendían encontrar la singularidad específica de un animal para poder utilizarla como una cualidad universal descriptiva de un estado o condición. Para facilitar la comprensión nos coloca varios ejemplos gráficos: “Un hombre con cabeza de halcón adquiere sus cualidades. Indica que ese ser tiene un cerebro óptico. Puede observar todo el panorama y a la vez el detalle. Es capaz de ver un ratón desde mil quinientos metros de altura y al mismo tiempo todo el valle sobrevuela. Puede ver la gran imagen, es decir cómo está organizado el universo y simultáneamente observar el objeto más pequeño. Ello simboliza un estado de conciencia avanzado. A todo ello se suma la fuerza y habilidad. Todos estas características del halcón, son transmitidas a Horus, la divinidad con cabeza de halcón que representa al hombre cuando alcanza la iluminación y se convierte en maestro ascendido.
Otro ejemplo sería el del chacal. Este animal vive en el desierto y convierte la carne podrida en nueva vida. Cuando aparece esa cabeza en la simbología egipcia se nos está hablando de resurrección, de la evolución de la conciencia a través de muchas vidas”.
Recreación de los antiguos templos
En estos momentos Fernando y Josefina se encuentran ultimando una serie de nuevos documentales para estrenar el próximo marzo en el festival de Cannes. A lo largo de la serie muestran la antigua cultura egipcia tal como era en su momento de esplendor. Se aborda todo lo referente a su comprensión del universo y la vida como parte de un proceso evolutivo de la conciencia, a través de la reencarnación hasta culminar en la iluminación. Se explica también la cosmología y las leyes espirituales que estructuraban ese proceso.
Para lograr todo ello se han adentrado en el espacio de la animación en 3D. “Nos servimos de personas a las que colocamos sensores en sus articulaciones (“motion capture”), para grabar con precisión natural sus movimientos. Así construimos cuerpos generados por computador, los vestimos como egipcios y los animamos en espacios y templos virtuales para vivenciar un momento histórico”. Toda una puesta en escena a lo grande de la antigua civilización. De esta forma logran recrear con detalle extraordinario esta cultura, sus templos, su tecnología, la vida su población…
Para desarrollar este tipo de trabajos disponen de uno de los laboratorios de animación más sofisticados de América Latina. La calidad de los resultados es de una enorme calidad, a la altura de lo más avanzado que se está haciendo en los EEUU, tal como en breve podrá comprobar el público.
Dentro esta serie de documentales sobre el antiguo Egipto, uno de los más impactantes es el que lleva por título “Las misteriosas piedras de las pirámides”. Su productor y director nos revela la sorpresa del trabajo: “Con una explicación clara y lógica damos a conocer que las pirámides no se hicieron con cientos de miles de esclavos que empujaban pesadímas piedras, sino con poca gente que pensaba mucho. No fue la fuerza bruta, sino la inteligencia más increíble la que permitió levantar, de la forma más sencilla, las maravillosas pirámides”.
En esta misma serie se halla el documental “El alquimista que construyó una pirámide”. Se trata de Imothep, el hermetista y sabio por excelencia de Egipto que fue el arquitecto y canciller del faraón Zoser, para quien construyó la primera pirámide de la historia, la escalonada de Saqqara. Completa la trilogía un documental sobre una procesión que existió en el Egipto Antiguo en los momentos de mayor esplendor. Todos los años, sobre el 20 de Julio, coincidiendo con el solsticio de verano y con la reaparición de Sirio en el cielo, el Nilo se desbordaba y comenzaba un nuevo año. La inundación impedía trabajar la tierra y los Egipcios se dedicaban durante cuarenta días a celebrar el festival de la abundancia. Festejaban la cosecha material recién recogida y la cosecha espiritual de sus sacerdotes, la graduación de los discípulos de los templos. Había una procesión solemne y sumamente bella que iba de templo en templo. Todo el pueblo acompañaba al Faraón y a sus sacerdotes en un recorrido que unía concretamente los templos de Karnak, Luxor y Deir-el-Bahri. El cortejo salía del templo de Karnak, el centro emisor de información durante el Imperio Nuevo, con las tres barcas de oro, triada de figuras simbólicas. Allí iban Amón, el Dios creador de la conciencia del Hombre, Mut, su parte femenina y Khonsu, su hijo, símbolo de la conciencia originalmente inocente de todo hombre, la emanación del espíritu desde Dios.
La procesión llegaba a Luxor, el templo dedicado al cuerpo físico del hombre, donde simbólicamente se encarnaba para experimentar el universo y hacerse sabio. El pueblo en miles de barcas atravesaba el Nilo. Acompañaba simbólicamente la conciencia humana por el río de la vida hasta que llegaba al templo dedicado a Hator, en Deir-El-Bahri. A favor de la corriente del río regresaban a Karnak, que representaba a Dios, cual metáfora de la conciencia sabia que ya había experimentado todo en el universo.
En el documental la recreación tridimensional de las actividades en los templos es tratada adicionalmente con personajes reales que se mueven sobre una realidad virtual. Según Malkún esta bella procesión ha permitido mostrar lo que significaba para los egipcios la reencarnación como camino a la iluminación.
En todos esos programas se muestra a los antiguos templos egipcios como enciclopedias de conocimiento que apenas comenzaríamos ahora a comprender. Jean Francois Champollion habría descifrado el lenguaje fonético de los egipcios, pero no el simbológico. Es por ello que Fernando y Josefina se han basado principalmente en los trabajos del franco-alemán René Schwaller de Lubicz, fuente inagotable de información sobre la civilización egipcia. Él estuvo desde el año 1935 a 1950 sobre el terreno estudiando el templo de Luxor. Había conocido a un noble polaco, el señor de Lubicz, que le patrocinó sus expediciones y de quien tomó hasta el nombre.
Era un hombre con un alto nivel de conciencia. Dictaba conferencias en los círculos esotéricos del momento y escribió 16 libros en francés. Su mirada sobre la civilización egipcia es diferente de las que hasta entonces se habían proyectado, tal como apunta este gran seguidor suyo que es Fernando: “No se trataba ya de un aventurero inglés de mucha plata, hijo de papi y mami que iba a buscar fama y fortuna sin interés por los grandes misterios y la decodificación de la simbología. René levanta los planos de los templos. Dibuja pared por pared lo que encuentra y lo decodifica. Halla el significado de cada uno de los signos del templo. Nosotros nos hemos basado principalmente en esa información a la hora de producir nuestros programas”.
Pistas para nosotros mismos
El contraste entre civilizaciones pasadas y la altísima tecnología de hoy, como dos eslabones imprescindibles en la evolución de la conciencia, es un tema que insistentemente llama a la reflexión de nuestro entrevistado: “La información que transmitimos es para gente que como nosotros en una vida pasada fue maya, fue atlante, fue egipcia, vivió en Lemuria… y ha venido evolucionando hasta este umbral en el que estaríamos a punto de pasar al cuarto nivel de conciencia. El tan mentado “fin de los tiempos” sería sólo el fin del ciclo que ahora completamos. Hacia esa gente con sincero empeño evolutivo va dirigido todo nuestro esfuerzo. Nosotros nos dejamos claves a nosotros mismos en el pasado con el objeto de que hoy, aquí y ahora, pudiéramos decodificarlas. Vivimos en estos tiempos decisivos una oportunidad al mismo tiempo que una gran responsabilidad. Yo no trabajo, yo me gozo al poder transmitir ese mensaje, al poder mostrar con modernos medios de animación esos tiempos pasados”.
“¿Qué queda en nosotros de ese residuo atlante, de ese pasado egipcio, maya…?” le lanzo a Fernando con el deseo de que nos comparta conclusiones de su magno trabajo. “Queda un espíritu de búsqueda y de conocimiento, de admiración ante la creación divina, un espíritu de libertad. Los mayas, por ejemplo, fueron libres a la vez que vivían en armonía con el planeta y con el cosmos. Nosotros perdimos la relación con los ritmos naturales, con los solsticios, los equinoccios. Vivimos en un tiempo que no corresponde a nada. Nos regimos por un calendario con meses artificiales.
Perdimos aparentemente ese orden cósmico, pero sin embargo dentro de nosotros existe. La humanidad entera está buscando ese reencuentro que le permita al hombre reconectarse con el universo. Esa búsqueda no la hemos perdido, aunque se ha vuelto lamentablemente demasiado materialista. Estamos convencidos de que hallaremos respuesta mirando por un microscopio o enfocando un enorme y potente telescopio a un milímetro del infinito. De pronto tienes la suerte de que des en el milímetro que es, pero lo más probable es que no.
Cuando buscamos respuestas sólo en los límites de la tercera dimensión y nos negamos a la posibilidad de planos superiores de conciencia, a la existencia de seres más evolucionados, de maestros ascendidos; cuando no alcanzamos a comprender que evolucionamos en conciencia y que vivimos en un planeta-colegio para seres que se encuentran en un tercero y cuarto nivel…, entonces nos toca sufrir las consecuencias de esa ignorancia”.
Encender y apagar la cámara
Saben bien del enorme poder de la cámara, poder aún aumentado cuando se toma conciencia de la finalidad de su uso: “Ser el ojo de cientos de millones de personas, encarna una gran responsabilidad. Es a la vez un factor que te crea también facilidades. En nuestro último viaje a Egipto hemos tenido la oportunidad, por ejemplo, de filmar toda la pirámide de Keops, hasta las cámaras más prohibidas, las más difíciles de ver: la misteriosa cámara subterránea, la cámara de la reina, las cinco cámaras de dificilísimo acceso sobre la cámara del Rey”.
“El universo te da los medios. Cuanto más servicio podamos prestar, más puertas se nos abren”, nos confiesa un Fernando consciente de la ayuda que les asiste. No son sin embargo partidarios de que toda la enseñanza inmemorial sea revelada. “Hay secretos que no se deben de filmar. No, no definitivamente no. Podrías comprometer tu propia vida. Toda la humanidad no está preparada para ello”.
“¿Podéis ampliar algo más esto?” le pregunta este informador, convencido ya a esas alturas de haber logrado el titular de su vida. Sin embargo la respuesta viene tajante. “No. (No faltan las carcajadas ante esa radical negativa) En la medida de que te vuelves responsable con la información que manejas, tienes más acceso a la información, pero ésta no es para divulgarla toda. Mucha es únicamente es para ti o para las personas que te rodean.
Hay secretos que definitivamente es preciso mantener. Aún existen mentes muy primitivas e intereses creados muy importantes que pueden ser chocados por determinadas informaciones. Es preciso ser cautos. Siento que me han abierto muchas puertas porque sé como manejar cierta información. Sé cuando hay que encender y apagar la cámara. La vida te muestra que sí y que no. Atendemos los signos. El Universo te habla.”
Para estas alturas han ganado ya una cierta experiencia en ese complicado arte de saber encender y apagar la cámara en el momento preciso: “Ha habido alguna ocasión en que no hemos hecho caso a los signos y hemos debido de vivir las consecuencias. Hay cosas que definitivamente no hay manera de filmar. Se dan los obstáculos para que únicamente las tengas que vivir”.
Las experiencias paranormales que les ha tocado vivir son también innumerables: “Las sincronicidades ni te las cuento. ¡Asombroso! Aparecen personas adecuadas en el momento adecuado, que te abren puertas vitales de información. Realmente ha sido muy rico, lento pero muy rico”.
La existencia en Iberoamérica de un canal de gran audiencia como “Infinito” dedicado exclusivamente a lo no físico, a lo no material en todas sus manifestaciones, ha posibilitado la difusión a gran escala de sus trabajos: “La existencia de este tipo de canal indica que la gente está ávida de este género de información. Indica que se está tomando conciencia de que vivimos en un universo de cuarenta dimensiones, no de tres; de que habitamos también en unos planos y realidades que no son necesariamente físicos”.
Según Fernando esas realidades, hasta el presente ocultas, ahora asaltan a muchas personas: “Cada quien lo siente en su vida en un momento u otro. Todo el mundo anda buscando respuestas: el uno tuvo un susto con un espíritu, el otro tuvo una coincidencia trascendental en su vida, el otro sufrió una muerte y se recuperó…La Iglesia católica, apegada a sus dogmas del pasado, es incapaz de dar respuesta a estos acuciantes interrogantes. Lo que pensábamos que era simple creencia se convierte en certeza. De ahí la acuciante demanda de una información que, de cualquier forma, hay que seleccionar, dada la confusión reinante”.
Fernando nos manifiesta por último su militancia a favor de Colombia en particular y Latinoamérica en general. Pudiendo producir en algún lugar más tranquilo, su opción de quedarse en su país es muy consciente y definitiva: “Latinoamérica es un continente que está por vivir. Todo está por hacerse; todo es magia, trópico y abundancia. Todo es locura, mar, rumba, el jolgorio en todos los sentidos. Cuanto más viajo más singular y hermoso me parece mi país. No hay exhuberancia en otro lugar como aquí en Colombia.
Está ubicado en el centro del planeta tierra, casi sobre el ecuador. Gira a mayor velocidad que los que están arriba. No tenemos cuatro estaciones sino una: la estación de la abundancia. Siembras un fríjole y ya tienes una planta. Por eso la mentalidad es diferente. Latinoamérica es el continente del futuro. Tenemos el pulmón del planeta entero. Tenemos las riquezas más increíbles. Somos uno de los países más ricos en agua, en especies de animales… Aquí hay una gran riqueza, pero a la vez hay una gran cantidad de problemas y de violencia. En el sitio donde hay la posibilidad más grande evolución, tiene que estar también eso. Somos la esencia de la punta de lanza de la humanidad. Como no tenemos tanta academia como los europeos, como no tenemos tanta herencia, tanto pasado que implica unas conductas, que determina unas posesiones, somos más libres”.
Nikola Tesla a la pantalla
Fernando le considera el inventor del siglo XX y uno de los más brillantes personajes que nunca hayan existido sobre el planeta tierra. Era yugoeslavo pero marchó a Nueva York y estuvo trabajando con Tomas Alba Edisson. Durante año y medio le produjo al afamado inventor una serie de patentes. Edison nunca le pagó lo que había prometido y con ello perdió uno de los genios más grandes de la historia. Tesla encontró la forma de elevar y bajar la tensión y la frecuencia eléctrica mediante los “coils” o bobinas. Encontró la relación entre potencia, voltaje y amperaje y ello le permitió idear multitud de aparatos eléctricos.
El día de la inauguración de la primera central hidroeléctrica de la historia, en “Niagara falls”, diseñada y construida por él, en su discurso sorprendió a los asistentes al anunciar que parte de ese trabajo, sus líneas de transmisión eran ya obsoletas. Él mismo había encontrado la manera de transmitir energía a través de la tierra y del aire, en ondas como la radio.
La propia radio fue atribuida a Marconi, sin embargo hubo una decisión de la Corte Suprema de los EEUU en la que se reconocía que Marconi copió un diseño de Tesla. Según nos comparte Fernando, una vez más omitiendo mayores explicaciones, Tesla por unas circunstancias difíciles de publicar y de naturaleza muy delicada, fue borrado de la historia. Según nos explica el productor tiene ya redactados guiones para seis programas de televisión: “La investigación está hecha y no sé a donde nos conducirán las sincronicidades. Disponemos ya de veinte horas de material cinematográfico de principios de siglo, desde 1895 a 1945 y tenemos una información, creemos bastante candente, en relación al poder y al deseo de ciertas personas de modificar el destino de la humanidad entera. Tiene que ver con control de conducta.
“Vamos a informar sin atacar a nadie. Es preciso que la historia conozca el verdadero legado de Nikola Tesla. No puede ser que quien inventó las bases de los ordenadores, de los rayos X, los tubos florescentes, los motores eléctricos, la inducción y los campos electromagnéticos, el rayo laser, los rayos de micropartículas para tumbar satélites, el control inhalámbrico vía radio, la televisión entre otros, permanezca absolutamente ignorado.
En 1895, en pleno Central Park de Nueva York, movió un submarino a distancia utilizando ondas de radio y la gente decía que era pura brujería. Tesla era un personaje excepcional, un maestro. Vino a sembrar la tecnología que permitiría al hombre llegar a este momento histórico en que nos encontramos de final de ciclo, con ordenadores, televisores, con información sin límites… Fernando estudia de momento la fórmula para difundir toda esa información: “Quisiéramos hacer un documental sobre cada uno de los sueños que tuvo este ser excepcional. El primer sueño era que el hombre dejara de ser esclavo del trabajo y para ello inventó los motores. El segundo sueño era poder comunicar a toda la humanidad y para ello inventó en 1903 el primer Internet, entendido éste de una forma bien distinta, a través de la radio. Su tercer sueño era que todo la gente dispusiera de energía ilimitada y sin costo, prescindiendo de los cables, enterrando una varilla de cobre en la tierra para sintonizarse y recibir energía capaz de mover o comunicar. En este caso, los dueños de las minas de cobre, de los bosques y las hidroeléctricas no dejaron que el invento prosperara. Quizá tampoco era el momento; quizá los maestros ascendidos y la jerarquía espiritual del planeta entendieron que todavía la humanidad no estaba lo suficientemente madura, para que se diera ese tipo de desarrollo.
Tesla era un personaje bien especial, sin duda aún por descubrir en su entera genialidad. Se bañaba todos los días en un campo electromagnético para sintonizar su mente con una frecuencia determinada, haciéndola más aguda, más clara, para así desarrollar más rápidamente el invento que lo ocupaba. Vendió a Westinghouse las patentes para producir motores eléctricos y obtuvo mucho dinero, lo cual le abrió las posibilidades de investigación.
El inventor apareció en mi vida cuando estudiaba los mayas, volvió a aparecer cuando investigaba los atlantes y por último cuando estudiaba los egipcios… ¿Cómo puede aparecer tan retiradamente en vida?”
Gerardo Schmediling amigo y maestro
Hay un momento en el que su apasionado discurso toma una cierta calma, como si fuera preciso abrir un espacio de respeto sumo. Cuando Fernando y Josefina nombran a Gerardo Schmediling, todo es agradecimiento, todo son elogios. Consideran a este colombiano sencillo de 52 años, como el eje central de la información que manejan.
A lo largo de nuestra larga conversación hay repetidas alusiones a este maestro de maestros, que dirige en Bogotá la “Escuela de Magia del Amor” y que afirman recibe internamente preciada información de otros planos. El objetivo de la Escuela es graduar magos y maestros, “maestría en amor para aquellos que ya no necesitan sufrir más”.
El curso completo supone trece semestres de estudio y está dirigido a personas interesadas por las leyes que rigen la evolución de la conciencia y el universo entero, desde la base del amor, como propósito central del universo.
A lo largo de nuestra conversación fue tal el encumbramiento de este maestro, que pensamos que deberíamos de conocerlo antes de dejar Colombia. A los dos días de la entrevista dictaba clases en su centro. La sorpresa fue llegar al local de su universidad, en un miércoles corriente por la mañana y ver que estaba inundado por alrededor de doscientas personas ávidas de escuchar a Gerardo y sus sencillas pautas para la vida cotidiana. Gentes de los más diferentes extractos de la sociedad colombiana atendían con sumo interés la disertación sobre las leyes divinas.
Según este maestro el error es la manera a través de la cuál comunmente el hombre se desarrolla. Éste nos posibilita aprender y ser más sabios: “No puede ser malo aquello que nos permite superarnos e irradiar más amor y compasión. Es a través de la depuración que nos enfrentamos a nosotros mismos y ello redunda en conciencia. La realidad se construye en la mente. Si logramos organizar la mente de una manera clara y diáfana, alcanzaremos una realidad con ausencia de sufrimiento, más cercana a la luz. Estamos ya en un tiempo en el que es posible aprender a través de la armonía y no del dolor”.
La enseñanzas de Gerardo se pueden constatar en la propia vida. Él recibe información de los maestros ascendidos. La procesa y la transmite con un objetivo eminentemente práctico. Se trata de dejarse fluir con el universo, no estar en lucha permanente con él, al tiempo que aprovechar de los signos y sincronicidades que, tan a menudo, se presentan en la vida.
(¡Hace breves días Gerardo Schmediling dejó su cuerpo físico y emprendió su vuelo hacia la luz. ¡Gloria en las alturas a los faros de la humanidad!)
Publicado en Portal Dorado
Escrito por Koldo Aldai