Tu evolución comienza sintiéndote separado de los demás y del universo, creyendo que estas solo, que debes luchar y competir para sobrevivir. Tu evolución termina cuando sabes con certeza que desde tu esencia individual, única y original, eres parte integral de una infinita uní-diversidad, de una realidad enorme y maravillosamente compleja, que conforma una sola entidad: El Todo. Una sola consciencia estructurada con un entramado perfecto para permitirle a la infinidad de entidades que la componen, interactuar armónicamente para impulsar la evolución, el perfeccionamiento y la acumulación de sabiduría de cada una y de todo el conjunto. Termina cuando sientes que tanto tu como todas las otras entidades con las que coexistes, a pesar de tener temporalmente distintas capacidades, características y niveles de consciencia, de formar parte de distintos reinos y dimensiones, son iguales potencialmente, porque todas llegarán a la iluminación, al momento en que asumirán la consciencia total como la suya propia…
Al comienzo de este extraordinario proceso de divinización, tu consciencia es extremadamente limitada, la visión distorsionada que tienes de ti mismo es la de una criatura sin poder, inmersa en un entorno hostil, rodeada de seres agresivos e insensibles con los que no estás unido de ninguna manera. Crees que estas a merced de los eventos y situaciones que suceden a tu alrededor, generados tal vez por la casualidad, por castigo de un Dios implacable y vengativo o sencillamente por tu buena o mala suerte. En tu afán por sobrevivir te cubres con una armadura emocional y luchas por encontrar tu propia satisfacción, sin importarte lo que le suceda a los demás, a quienes tratas de vencer para triunfar y de controlar para que actúen de manera que te permita ser feliz. No sabes que eres parte de una realidad mágica que cambia dependiendo de lo que sucede en tu interior y luchas por cambiarla actuando afuera, no en ti mismo…
En ese limitado estado mental, tus falsas creencias, tu ignorancia, tus decisiones y conductas equivocadas, te producen un creciente sufrimiento. Lo acumulas en cómodas cuotas mensuales hasta que tarde que temprano tu alma se satura y experimenta una negra y larga noche. En ella descubres que no sabes nada, que tienes un modelo totalmente desajustado e inexacto de lo que es la vida, que la percepción que tienes de ti mismo y de Dios es totalmente incongruente. Lloras, rindes tu mente y por fin diriges tu mente hacia el arriba para pedir ayuda, guía e información que te permita salir de la horrible situación que experimentas. Cuando como alumno estas listo, comprometido con tu propia transformación, valorando la información que puedas recibir, siempre por arte de magia aparece y se manifiesta tu Maestro Ascendido, el que guia tu proceso evolutivo desde las dimensiones mas sutiles. Lo hace causando las sincronicidades necesarias para que llegue a tu vida la persona con sabiduría, el libro, la película, el taller o el viaje que te entrega la información que necesitas. La información ilumina la oscuridad de tu mente y te induce a hacer una evaluación imparcial de tu vida, a arrepentirte de tu extremo egoísmo, de la pasión animal que domina tu vida o de la reactividad agresiva que tanto daño hace. Te permite además filtrar lo que sirve de tu antigua personalidad, para que con ella puedas crear una nueva identidad, más trascendente, más espiritual y un modelo de la realidad un poco más ajustado, menos distorsionado, pero lejos aún de ser perfecto…
Así te mueves hasta el otro extremo del péndulo y de ser un “malo egoísta” al que sólo le importaba su propia satisfacción te conviertes en un “bueno altruista” al que sólo le importa la satisfacción y la felicidad de los demás, pero nada la suya propia. Te identificas con ellos y experimentas su mismo sufrimiento, ignoras que es el que necesitan para localizar y trascender las falsas creencias y las conductas ácidas que lo generan, para acumular certezas sobre como no deben actuar si quieren ser felices, abundantes y sanos. Interfieres entonces en sus procesos evolutivos tratando de evitarles el sufrimiento que su propia ignorancia ha creado, asumes las consecuencias de sus errores y te responsabilizas por sus vidas, convirtiéndolos en unos seres dependientes, inseguros e incapaces de encontrar su felicidad. Pretendes cambiarlos, quieres que vivan sus vidas como tu crees que deben vivirlas y no de acuerdo a sus propios sistemas de creencias, irrespetas su libre albedrío y por supuesto obtienes resultados contrarios a los que esperas, tensión, estrés y gran sufrimiento. Además te llenas de rabia y rencor contra ellos porque no aprecian tu sacrificio, te deprimes y no entiendes porque la vida es tan “injusta” y las personas tan desagradecidas. Como sí fuera poco al sacrificar tu felicidad por ayudar a los demás, actúas en contra de tu propia esencia que busca ser feliz, te llenas de estrés y culpa cuando usas tu tiempo para ti y no se lo dedicas a ellos, cuando no los pones por encima de tus propios deseos e ilusiones. Por supuesto acumulas un creciente sufrimiento que conduce tu alma irremediablemente a una nueva y larga noche…
En ella encuentras que estabas desequilibrado, que lo justo es que te interese la felicidad de los demás pero con la clara consciencia que primero está la tuya, que tu primera responsabilidad es ser feliz, que una vez que lo seas podrás indicar con certeza el camino para obtenerla a los que te rodean en sufrimiento. Es así como te conviertes en “discípulo”, en un ser disciplinado que verifica los resultados que produce en tu vida la información de sabiduría -certezas sobre como obtener siempre armonía- que el universo por diversos medios te entrega. Poco a poco, por prueba y error, dándole poder a tu Ser y no a tu Ego, evitando juzgar las decisiones de los demás, permaneciendo en el tiempo presente y logrando el consenso y el acuerdo en todas tus interacciones con los demás, te conviertes en ¨justo¨…
El “justo” se encuentra en el centro exacto del péndulo entre el “malo” y el “bueno”, allí en ese punto de neutralidad, de respeto por las experiencias que los demás necesitan para crecer y perfeccionarse, tu consciencia puede continuar elevandose, ampliando tu comprensión y tu discernimiento de lo que produce orden o caos, miedo o amor, pobreza o abundancia, soledad o compañía, salud o enfermedad. Son los opuestos y el universo de contrastes los que se encargan de inducir un cambio en la percepción distorsionada que tienes de ti mismo, en las acciones que realizas -por ignorancia- en contra de tus propios intereses. Esta es la manera suave, gentil y respetuosa en que el universo te guía para que vayas adquiriendo la responsabilidad sobre tus creaciones, acumulando los dones, las virtudes, las habilidades y la sabiduría que te conducirán irremediablemente a la iluminación y a la divinidad…