Cuando era niño, le temía a la oscuridad. Me daba pánico lo que no veía. En cuanto mis ojos perdían el control, imaginaba atrocidades que no sucedían, monstruos que no existían y abismos que nunca llegaban a mis pies. Dormí toda mi infancia con la luz del pasillo prendida, pero cerrar los ojos de todos modos me conducía al infierno, porque la oscuridad resumía, sabiamente, la suma de todos mis miedos.
Supongo que ya la adolescencia me regaló tantos otros miedos de qué preocuparme, que la oscuridad pasó a un segundo plano. Y ya en la juventud, tenía tantas cosas de qué ocuparme, que la oscuridad era un lugar al que llegaba exhausto y sin ninguna posibilidad de enfrentarla. Resulta fascinante analizar como una misma cosa se transforma a lo largo de la vida de uno que, sin embargo, pretende seguir siendo uno mismo.
Acabo de pasar trece días y catorce noches en la oscuridad más profunda, en un retiro pensado para lograr máxima introspección. Hacía varios años que tenía la intención de hacerlo, pero siempre encontraba un motivo para posponerlo. Dos semanas sin celular, ni TV, ni música, ni libros, ni alcohol, ni cigarrillos, ni afectos conocidos, sin noticias, sin espejos, sin la mirada del otro, sin el otro a quien mirar. Dos semanas sin saber bien qué se come o se bebe, en un lugar extraño para el cuerpo (la práctica en mi casa no sirvió de nada), donde los otros sentidos se agigantan a fuerza de necesidad. Sin caminar más de cien metros diarios, sin saber la hora, contando los días sin demasiadas certezas, imaginando el clima, suponiendo… veinticuatro horas suponiendo, llevando el Principio de Incertidumbre al paroxismo.
Mis prejuicios volvieron a fallar. Yo no sabía bien de qué se trataba el asunto. Sólo supe que era para mí, que me correspondía. Sospechaba que sería un descanso guiado, con todas las soluciones resueltas de antemano para evitarme el stress o la angustia que el “no control” pudieran generarme. Imaginé, ridículamente, que las comodidades doblegarían a las incomodidades. Y que “el afuera” estaría diseñado para evitar que “el adentro” sucumbiera. (Uno siempre se ve tentado a resolver con lo externo, lo que sólo se resuelve internamente.) Creí, muy estúpidamente, que todo sería un tema de adaptación, que pasados los primeros días, una nueva normalidad se instalaría y lo demás sería, simplemente, sobrellevarlo.
Pues no.
Sólo media hora antes del apagón, que duró catorce noches y sus días, pude reconocer el lugar (iluminado) y guardar el plano en mi mente, mientras guardaba mi ropa en los cajones. Éramos seis personas en las mismas condiciones y prácticamente nos conocimos en los instantes previos a la oscuridad absoluta y prolongada. Tres dormitorios, dos personas en cada uno, compartiendo el baño. Una sala, un comedor. Toda la ropa en tres cajones y un cuarto cajón para las demás cosas.
Un mantra sonó las 24hs, los 13 días y las 14 noches. Y es verdad que marcó la cadencia de todo, de la vigilia y también de las pocas horas de sueño, porque no se trataba de un descanso guiado, ni mucho menos. Estimo haber dormido un promedio de 4 horas diarias, no sólo por las actividades, que fueron intensas y extensas, sino también porque la incertidumbre se presentaba al medio de la noche con sus preguntas absurdas de tiempo y espacio.
En esas condiciones, todo lo que parece simple, se torna complicado. Y todo lo que es complicado, parece imposible. Y todo lo que parece imposible, termina siendo simple.
Ingresé al retiro con un dolor de espalda que no me dejaba moverme. Lo justifiqué con los nervios y la ansiedad. Después supe que también me dolía el alma toda y que lo de la espalda era sólo un reflejo físico.
Al terminar el retiro ya no me dolía la espalda y había perdido algunos kilos. De inmediato supe que me había quitado siglos de encima y que mi cuerpo volvía a espejar lo que sentía mi alma.
2 respuestas
Gracias. es un bello regalo de uno para uno y para todos.
Excelente escrito Emilio. Doy gracias a la Divinidad por conocerte en este retiro, fue sencillamente maravilloso compartir con todos.
En tu escrito me vi reflejada varias veces.
Felicitaciones Fernando por el lanzamiento de tu nueva página, esta super 👍