En la segunda etapa de su desarrollo, el animal pensante abandona el canibalismo pero no la violencia que usa para imponerle a los demás su voluntad. Aún no ha desarrollado sentimientos por lo que no le importa matar para obtener lo que desea, utiliza la Ley del Más Fuerte y la Ley de Ojo por Ojo y Diente por Diente para imponerse y lograr que le teman. Su función desde su ignorancia y como parte de los procesos que impulsan la evolución universal, es crear dificultades y situaciones de aprendizaje para los buenos. Su vida al estar dominada por las emociones instintivas es de conflicto y sufrimiento, lo que lo impulsa a cambiar, a dejar la agresión y a desarrollar sentimientos que le permitan relacionarse más armónicamente para encontrar la felicidad que anhela.