Evolucionar significa encontrar a Dios en la infinidad de estados, reinos, lugares, formas, colores, funciones, conductas y apariencias que asume. Reconocer que es el espíritu, el alma y el cuerpo de todo lo que existe. Que es consciencia experimentando e interactuando desde las mentes y cuerpos de la infinidad de seres que conforman la humanidad, desde la infinidad de formas y especies que conforman la naturaleza, desde la extraordinaria variedad de planetas, soles, galaxias y nebulosas que conforman el universo. Evolucionar significa reconocer y aceptar que “Todo es Dios”…
Cada parte de esa extraordinaria diversidad aparentemente separada, tiene su propia esencia, su propia función y conducta, su propia manera de percibir la realidad. Sus niveles de consciencia son muy distintos, sin embargo todos buscan manifestar su esencia, intuitivamente reconocen que es la unica manera para encontrar su paz interior, su felicidad y para impulsar su propio perfeccionamiento. Lo maravilloso es que todos y todo lo que lo compone la realidad en la que existes, es único y original, aún en la misma especie no hay dos formas iguales, en la misma cultura no existen dos personas iguales, en la misma familia no hay dos miembros iguales. A pesar que es la misma consciencia la que los anima, les da sustancia, forma y conducta, porque sólo hay Dios. No es que hay un solo Dios, sino que “Todo es Dios”…
Un Dios que adora la diversidad, cuya esencia es de amor y orden para permitir su infinita y eterna manifestación, para garantizar que todo lo que surja a la existencia llegue a su máxima belleza, a su máximo perfeccionamiento, a su máxima auto consciencia. Lo fabuloso es que toda esa diversidad interactua consigo misma conformando un entramado de relaciones perfectas, siempre de beneficio y aprendizaje mutuo. Todas las experiencias que genera esa mezcla de entidades con distintos niveles de percepción, de poder y de consciencia, permite que cada parte y El Todo, acumule sabiduría, certeza y comprensión sobre lo que es verdad. Sobre como generar orden y armonía para permitir la eterna manifestación de diversidad y las nuevas probabilidades de gozar del ser, que su infinita potencia anhela…
Evoluciona el que comprende lo que significa su amor: su sencilla humildad que no conmina ningún tipo de adoración; su extraordinario respeto por el libre albedrio -al que accede tarde o temprano en su proceso evolutivo- cada parte de su infinito si mismo; su total incondicionalidad para permitir esa libertad y la responsabilidad que otorga, a cada parte individual sobre su propia creación y sobre las interacciones que establece; Incondicionalidad que permite y respeta aún la cadena de decisiones equivocadas, las manifestaciones de ignorancia temporal que algunos llaman maldad, necesaria para permitir -por contraste y discernimiento- el reconocimiento de lo bueno, lo bello, lo que genera orden, felicidad, paz interior, abundancia, salud y buena compañía…
Todo lo que te rodea, los edificios, las ciudades, la naturaleza, el planeta en el que viajas por el espacio, todo lo que algunos llaman materia, es realmente Dios. Todas las personas que ves, con las que interactuas diariamente, son realmente Dios, porque sólo hay Dios. Los ángeles y los demonios, lo bueno y lo malo, la luz y la oscuridad, el arriba y el abajo, el espíritu y la sustancia, la energía y la consciencia, todo es Dios. Son sólo diferentes estados de la misma consciencia infinita que contiene y da forma a todo lo que existe, a todo lo que sucede y a las experiencias que genera. Todo lo que ves, sientes, oyes, hueles y experimentas es Dios. Evolucionar significa cultivar esa manera de ver la realidad, desarrollar la devoción, el respeto y el agradecimiento ante todo lo que existe, porque “Todo es Dios”…